Aunque la iglesia no siempre ha hablado con claridad sobre el divorcio, la Escritura sí lo hace. Esta reflexión invita a considerar no solo lo permitido, sino lo que más glorifica a Dios.
Introducción
El matrimonio es un pacto sagrado, establecido por Dios desde la creación, entre un hombre y una mujer. Génesis 2:24 declara: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Este pacto es mucho más que un contrato social o un vínculo emocional; es una alianza divina, sellada ante Dios, que implica compromiso, exclusividad, fidelidad y permanencia.
El matrimonio no solo representa una unión horizontal entre cónyuges, sino que también ilustra una realidad espiritual: el amor fiel de Cristo por Su Iglesia (Efesios 5:25-32). Malaquías 2:14 lo llama “el pacto de tu juventud”, mostrando que Dios mismo es testigo del compromiso matrimonial. Sin embargo, debido al pecado y a la dureza del corazón humano (Mateo 19:8), la institución matrimonial ha sido distorsionada, y el divorcio ha entrado en la experiencia humana, causando dolor y confusión.
En este contexto, la iglesia necesita proporcionar respuestas bíblicas claras y compasivas. La consejería bíblica, especialmente desde el enfoque noutético propuesto por Jay Adams, busca aplicar fielmente la Escritura para guiar a los creyentes que atraviesan por conflictos matrimoniales o enfrentan la posibilidad de un nuevo matrimonio tras un divorcio.
La Perspectiva de Jim Newheiser sobre el Matrimonio, Divorcio y Nuevo Matrimonio
Jim Newheiser, en su obra Matrimonio, divorcio y nuevo matrimonio, sostiene que el matrimonio es “un pacto de compañerismo de por vida entre un hombre y una mujer que se establece ante Dios y la comunidad”. El propósito del matrimonio es glorificar a Dios mediante una relación de amor, respeto mutuo, sumisión a la Palabra y roles bien definidos (Efesios 5:22-33).
Newheiser subraya que cada cónyuge tiene responsabilidades asignadas por Dios. Cuando estas se cumplen, se fomenta la salud del matrimonio y se previenen muchas causas de conflicto. Pero también reconoce que, en un mundo caído, existen situaciones donde el divorcio es bíblicamente permitido. Él sostiene que hay dos causas legítimas para el divorcio: la inmoralidad sexual (Mateo 19:9) y el abandono por parte de un cónyuge incrédulo (1 Corintios 7:15). En estos casos, y solo en estos, el divorcio no constituye pecado, y el creyente queda libre para volverse a casar.
Análisis de la Postura de la Mayoría
La postura de la mayoría dentro del cristianismo evangélico afirma que, aunque el diseño original de Dios es la permanencia del matrimonio, la Escritura permite el divorcio y el nuevo matrimonio bajo dos condiciones específicas:
1. Por causa de inmoralidad sexual
En Mateo 19:9, Jesús declara:
“Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, comete adulterio”.
La palabra griega porneia hace referencia a relaciones sexuales ilícitas. La gravedad de esta ofensa rompe la confianza en el pacto matrimonial y, aunque el perdón y la restauración deben ser buscados primero (Lucas 17:3-4), cuando no hay arrepentimiento, la parte inocente queda libre para divorciarse sin culpa.
2. Por abandono del cónyuge no creyente
Pablo escribe en 1 Corintios 7:15:
“Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios”.
Este pasaje introduce la “cláusula de abandono”, que libera al creyente cuando el incrédulo decide terminar la relación y no desea vivir bajo el señorío de Cristo. El creyente en este caso no está “esclavizado” y, por tanto, puede rehacer su vida.
Jay Adams enseña que estas cláusulas son excepciones, no mandamientos. La meta siempre debe ser el arrepentimiento y la restauración (Gálatas 6:1), pero cuando el pecado persiste sin fruto de arrepentimiento, Dios ofrece una provisión misericordiosa para la parte afectada.
Posición de la Minoría: El Matrimonio es Indisoluble
Algunos dentro de la iglesia defienden la postura de que el matrimonio es absolutamente indisoluble, y que ningún creyente debe divorciarse ni volverse a casar mientras su cónyuge esté vivo, sin importar las circunstancias. Se basan en pasajes como:
- Romanos 7:2-3: “La mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive”.
- 1 Corintios 7:39: “La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive”.
Esta posición busca honrar la santidad del matrimonio, pero falla al no considerar los principios de compasión y justicia presentes en las excepciones dadas por Jesús y Pablo. Jay Adams advierte que este enfoque puede derivar en legalismo y en la opresión del inocente, imponiéndole una esclavitud emocional y espiritual que la Escritura no exige (Mateo 23:4). Pablo afirma que “no estamos sujetos a servidumbre” en estos casos (1 Corintios 7:15).
Nuevo Matrimonio: ¿Es Bíblicamente Permitido?
El nuevo matrimonio, luego de un divorcio legítimo, es permitido pero no obligatorio. Newheiser y Adams concuerdan en que debe evaluarse con cuidado pastoral y bajo dirección bíblica.
1 Corintios 7:27-28 declara:
“¿Estás ligado a mujer? No procures soltarte. ¿Estás libre de mujer? No busques mujer. Pero también si te casas, no pecas…”
El texto muestra que el nuevo matrimonio no constituye pecado cuando no hay un vínculo legítimo previo. La clave está en que el divorcio previo haya sido bíblicamente justificado. Wayne Mack también enseña que la nueva unión debe estar basada en madurez espiritual, arrepentimiento y sanidad interior, no en desesperación emocional.
Perspectiva Noutética: Restauración y Gracia
Desde la consejería bíblica noutética, cada situación debe evaluarse no solo legalmente, sino espiritualmente. Jay Adams insiste en que, incluso ante la traición o el abandono, se debe guiar al creyente a examinar su corazón, buscar la restauración si es posible, y crecer en santificación (Santiago 1:2-4).
Solo cuando se determina, con la Palabra y con la ayuda de la iglesia, que el divorcio ha sido legítimo y que la parte inocente no carga culpa moral, se puede considerar el nuevo matrimonio como una posibilidad que refleja la gracia y redención de Dios.
Conclusión
El matrimonio fue diseñado por Dios como una unión permanente, fiel y santa. No obstante, debido al pecado, existen provisiones misericordiosas en la Palabra de Dios para aquellos que han sido profundamente heridos por la infidelidad o el abandono. La postura de la mayoría, defendida por Jim Newheiser, Jay Adams y otros, presenta un equilibrio entre la fidelidad a la Palabra y la compasión pastoral.
La iglesia debe enseñar este equilibrio: sostener el ideal de la permanencia, pero también proclamar la esperanza de redención para quienes han experimentado la quiebra de su pacto matrimonial. Como consejeros bíblicos, debemos ayudar a los creyentes a tomar decisiones que glorifiquen a Dios, fundadas en una conciencia limpia y en el consejo sabio de las Escrituras.
“Mas la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia…” (Santiago 3:17).
Versículos Clave para Estudio y Aplicación
Tema | Referencia Bíblica |
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Diseño original del matrimonio | Génesis 2:24; Efesios 5:25-32 |
El matrimonio como pacto | Malaquías 2:14 |
Causa legítima: inmoralidad sexual | Mateo 19:9; Mateo 5:32 |
Causa legítima: abandono del incrédulo | 1 Corintios 7:15 |
Ideal de permanencia | Romanos 7:2-3; 1 Corintios 7:39 |
Nuevo matrimonio permitido | 1 Corintios 7:27-28 |
Restauración y perdón | Lucas 17:3-4; Gálatas 6:1 |
Sabiduría para decisiones difíciles | Santiago 3:17 |