¿La predicación expositiva es un arte obsoleto? En una época dominada por pantallas, discursos breves y un apetito voraz por lo novedoso, el púlpito parece haber perdido su lugar de honor. Sin embargo, para uno de los predicadores más influyentes del siglo XX, Martyn Lloyd-Jones, la predicación no solo sigue siendo vigente: es la necesidad más urgente de nuestro tiempo.
La primacía del púlpito en la vida de la Iglesia
Lloyd-Jones no veía el púlpito como un elemento estético del culto ni como una plataforma para el desarrollo personal del predicador. Era, en sus palabras, el trono desde el cual Dios mismo habla por medio de Su Palabra. En Preaching and Preachers escribe con convicción:
“La necesidad más urgente de la Iglesia cristiana hoy es la verdadera predicación, y también es la más grande necesidad del mundo”【Preaching & Preachers – Lloyd-Jones】.
Esta afirmación no nace de la nostalgia ni de una tradición muerta, sino del reconocimiento del poder vivificador y transformador de la Palabra de Dios cuando es expuesta con fidelidad, claridad y autoridad.
Predicación: lógica en llamas
Lloyd-Jones acuñó una de las expresiones más célebres sobre la predicación: “lógica en fuego”. ¿Qué significa? Una exposición ordenada, bíblica y doctrinal, pero también llena de pasión, convicción y reverencia.
“La luz sin el calor no afecta a nadie, y el calor sin la luz no tiene valor permanente”【Preaching & Preachers – Lloyd-Jones】.
Este balance entre razón y fuego es lo que da vida a la predicación expositiva. No es una repetición mecánica de conceptos teológicos, sino una confrontación santa con el Dios vivo. Por eso, cuando se predica la Escritura con fidelidad, el oyente no sale igual.
¿Predicación aburrida? Solo si está vacía
La crítica común contra la predicación expositiva es que es aburrida. Pero Lloyd-Jones diría: aburrido es un púlpito sin Biblia, sin fuego y sin verdad. La verdadera predicación no entretiene ni manipula emociones. Tampoco es una charla motivacional ni una descarga emocional del predicador. Es la proclamación divina a través de un vaso humano. Es exposición, no exhibición.
“No somos como muchos que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, hablamos en Cristo” (2 Corintios 2:17).
En contraste con muchos púlpitos modernos que priorizan la psicología o la autoayuda, también se ha popularizado una forma de predicación centrada en la inspiración del momento o la sensibilidad personal del predicador, como si la autoridad viniera de su estado emocional o de una supuesta “palabra rema”. Lloyd-Jones clamaba por una predicación que derive su autoridad del texto bíblico, no de la personalidad ni de las impresiones subjetivas del predicador.
La centralidad del púlpito: más urgente que nunca
En tiempos donde la verdad es relativizada y la identidad de la Iglesia se difumina, el púlpito bíblico es una torre firme. Lloyd-Jones lamentaba que muchas iglesias hubieran relegado la predicación a un segmento más del programa. El resultado: iglesias débiles, confundidas y sin dirección.
El pastor Kevin DeYoung comenta en su prólogo a Preaching and Preachers:
“No conozco otro libro que motive más a predicar… Porque como va el púlpito, así va la iglesia”.
Conclusión: una batalla por el alma de la Iglesia
Volver al púlpito bíblico no es una cuestión de formato, sino de fidelidad. No se trata de estilos, sino de si la voz de Dios sigue siendo escuchada en medio de Su pueblo. Si la predicación es fiel, expositiva y encendida por el Espíritu, entonces Cristo es exaltado, la Iglesia es edificada y el mundo confrontado.
Como enseñó Lloyd-Jones:
“La verdadera predicación es la mayor necesidad del mundo”.
¿Dudan de su poder? Invítalos a escuchar un sermón verdaderamente bíblico… y pregúntales después si su corazón sigue igual.