Predicación Expositiva Reseñas Teología

Reseña crítica de “La predicación bíblica” de Haddon W. Robinson

¿Cómo pueden los predicadores actuales comunicar la Palabra de Dios de manera efectiva y fiel? Haddon W. Robinson, en “La predicación bíblica”, nos ofrece una guía completa y práctica para lograrlo, combinando su vasta experiencia con una metodología clara y accesible.

Reseña:

Haddon, W. Robinson. La predicación bíblica. Miami: Logoi, 2009. 304 pp. $4.99. ISBN: 978-1-938420-28-3. Evaluado por Ricardo Cerda.

Después de leer todo el libro, la primera impresión es la de tener en las manos una guía completa para la predicación expositiva. Esta obra abarca todos los elementos y consideraciones que los predicadores necesitan ejercitar en el estudio, la preparación del sermón y la exposición. La experiencia del autor se destila en la precisión y simplicidad con la que trata cada tema, iluminando mi ignorancia de manera contingente, precisa y desafiante. Haddon W. Robinson ha creado una obra que busca intencionalmente influir y enfocar la mente de los predicadores en los principios fundamentales de la exposición de las Escrituras. Lo hace con teoría y ejercicios que ayudan a ejercitar cada concepto en cada capítulo. Se nota tanto la erudición del profesor como su experiencia práctica: alguien que “conoce la agonía de preparar un mensaje, y luego predicarlo” (p. 7).

Haddon W. Robinson, en 1979, fue nombrado Presidente del Denver Conservative Baptist Seminary en sustitución del Dr. Vernon Grounds. Fue profesor de predicación, director del programa de Ministerios en grado de Doctorado y ex-presidente interino de Gordon-Conwell Theological Seminary. Falleció el 22 de julio de 2017.

Análisis del Libro:

El libro introduce de manera clara y convincente la necesidad de seguir principios de interpretación y exposición bíblicos. Una de las cosas que me produjo deseos de avanzar en la lectura fue el énfasis en la urgencia de recuperar la predicación. Esta urgencia es destacada por el autor al mostrar el deterioro de la imagen del predicador (p. 11), coherente con la demanda de las Escrituras de que el mensajero esté a la altura de la importancia del mensaje que debe entregar (2 Ti. 2:1). Robinson enfatiza que el predicador debe angustiarse por conseguir resultados con la predicación (p. 8), citando a Williams Barcklay para ilustrar la necesidad de que los predicadores sean diligentes, y sentencia que Dios está más interesado en desarrollar mensajeros que mensajes (p. 23).

Un tema crucial es la sección que ancla la necesidad de que el oyente no sea expuesto a otra cosa que la idea y la intención del texto bíblico (p. 30). Esta sección inspira y exhorta a cuidar la mente y el corazón del predicador. Destaco el modelo con el que Robinson enseña a buscar la idea central del texto, explicando los componentes del sujeto y complemento (p. 41). Robinson expresa que todo sermón “debería ser una bala, no un perdigón” (p. 33), subrayando la necesidad de predicar una idea concreta y no muchas verdades sin fuerza. Me sentí desafiado por la enseñanza de que la idea principal de un texto debe resumirse en una sola frase.

Es enriquecedor leer citas y referencias de diversos autores en el desarrollo de cada tema. La ilustración de conceptos con ejemplos de sermones reales, como el tratamiento del Salmo 117 y la explicación de la construcción de la idea principal (p. 43), me bendijo enormemente. Robinson exhorta al lector a ser preciso y expresar de manera cuidadosa las relaciones observadas en el texto, comprometiéndonos con esta tarea.

El capítulo cinco, que aborda el propósito de un sermón, me produjo alivio y entusiasmo por la predicación. Robinson, citando a A. W. Tozer, corrige y da paz al lector al afirmar que el sermón debe cambiar vidas de manera específica (p. 111). También destaca que la doctrina, enseñada por sí misma, puede ser aburrida e insignificante.

Conclusión:

Esta obra debe tener un lugar de privilegio en la biblioteca de cada predicador y maestro. Para quienes tienen la responsabilidad de predicar, ya sea de manera esporádica o recurrente, este recurso es de gran valor y utilidad. La presentación de los temas, la sencillez del lenguaje, la precisión de los ejemplos y la utilidad de las secciones de ejercicio, junto con apéndices y recursos adicionales, hacen de este libro un recurso único.

Después de leer este libro, he arraigado aún más la convicción de trabajar en la construcción de un manuscrito para predicar. Robinson afirma que, si bien algunos pueden confiar en su imaginación para preparar sus sermones, para la mayoría de nosotros, recorrer el camino previamente facilita volver a recorrerlo (p. 227). Esta idea me recuerda mi pasado y anima mi presente y futuro como predicador.

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