¿Cómo son los dones de profecía y de sanidad?
¿Crees que hoy en día aún existen profetas y sanadores como los del Antiguo y Nuevo Testamento? Esta pregunta no solo divide a iglesias, sino que también plantea un desafío fundamental para nuestra comprensión de los dones espirituales. Analicemos lo que la Biblia realmente dice sobre estos dones y cómo debemos entenderlos hoy en día.
La naturaleza de los dones de profecía y sanidad
Los dones de profecía y sanidad que vemos en las Escrituras son capacitaciones especiales que el Espíritu Santo dio a algunos hombres a lo largo de la historia y hasta que se completó la entrada al nuevo pacto. Estos dones son en esencia un regalo y tenían el propósito de autenticar al mensajero y el mensaje de Dios tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Un enfoque errado y su refutación
Hay un grupo de creyentes que usan al Espíritu Santo como una fuerza. No necesariamente niegan que sea la tercera persona de la trinidad, pero le dan órdenes, lo invocan para que se manifieste como una fuerza en las personas. Esto es otra manera de negar su personalidad. Sin embargo, según la Biblia, los dones de profecía y sanidad tienen los siguientes atributos:
- No están relacionados con la fe de quien los ejerce o con la fe de quienes los reciben.
- Son infalibles, es decir, cuando son ejercidos no fallan.
- A medida que la revelación escrita fue completada (la Biblia) estos dones disminuyeron hasta cesar. Hay hermanos dentro del círculo carismático que no comparten necesariamente esta postura, y aunque podrían estar de acuerdo con los aspectos aquí mencionados como atributos de estos dones, no estarán de acuerdo con que estos hayan cesado. Por ejemplo, Horton dice que estos dones son «realidades esperadas del presente, que permiten un despliegue de la grandeza y la gloria de Dios.»
La naturaleza de los dones de profecía y sanidad según las Escrituras
Primero, según las Escrituras, los dones de profecía y sanidad no están relacionados con la fe de quien los ejerce o con la fe de quienes lo reciben. Cuando los profetas hablaban introduciendo su mensaje con la frase «Así dice Jehová» la veracidad de esas palabras no tenía que ver con la fe del profeta (Jer. 1:7-9, Ex. 4:10). Un comportamiento similar vemos en caso del don de sanidades, donde encontramos situaciones como la resurrección de Lázaro (Jn. 11:1-41) o la sanidad del paralítico en el templo de la hermosa (Hch. 3:1-10) donde la fe del receptor del milagro no participa; de la misma manera, cuando Pablo enviaba delantales y pañuelos los enfermos eran sanados sin la participación del apóstol (Hch. 19:12), incluso, ni la fe del sanador y del sanado eran impedimento para que esto fuera posible (2 R. 13:21). Pero ¿qué implicación tiene esto? Claramente que la profecía y la sanidad no dependen de las personas, sino de Dios.
La infalibilidad de los dones
Segundo, estos dones cuando fueron ejercidos nunca fallaron. Cuando los profetas o los apóstoles hablaron en nombre de Dios, todo lo que dijeron siempre se cumplió. Cuando Elías se tendió tres veces sobre el hijo de la viuda de Sarepta para resucitarlo no falló (1 R. 17:19-24), cuando Jesús untó con lodo los ojos del ciego para recuperar la vista no falló (Jn. 9:6-7) y cuando Pablo declara que el joven que cayó desde la ventana y fue confirmado muerto volvería a la vida, el registro de la Biblia indica que su palabra no fue defraudada (Hch. 20:9-12). Todos estos hechos nos muestran que el 100% de los casos son exitosos; toda palabra profética es todo acto de sanidad es logrado por voluntad y propósito de Dios y para autenticar a los mensajeros.
La disminución y cese de los dones
Tercero, a medida que la revelación escrita fue completada estos dones disminuyeron. Las sanidades milagrosas son menos frecuentes. Pablo no sana a sus colaboradores (2 Ti. 4:20) o simplemente les hace recomendaciones (1 Ti. 5:23). Y del «Así dice el Señor» pasamos a la lectura de las cartas de los apóstoles (Col. 4:16).
Finalmente, concluimos que la profecía y la sanidad como un don, son sobrenaturales, dados por Dios a través de hombres, en momento y propósito especiales.
Bibliografía
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Hodge, Charles. Teología Sistemática. Vol. 1. Barcelona: Clie, 1991.
Horton, Stanley. Teología sistemática: Una perspectiva pentecostal. Miami, FL: Editorial Vida, 1996.
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