¿Qué son las lenguas y que dice la biblia de su vigencia?
Este tema ha generado debates intensos en diversas congregaciones y ha sido una fuente de malentendidos. Para algunos, las lenguas son una prueba tangible de la presencia del Espíritu Santo, mientras que para otros, su práctica ha cesado con la era apostólica. Pero, ¿qué dice realmente la Biblia sobre las lenguas?
Si la meta es construir una definición bíblica de lo que la Biblia dice acerca del don de lenguas, y que dicha definición esté al alcance de cualquier miembro de la congregación, el trabajo será seguir un patrón que permita de manera práctica 1) ver y explicar los textos en que se mencionan las lenguas,^[1]^ 2) ubicar estos textos en contexto con el plan de redención,^[2]^ y 3) luego mostrar algunas definiciones hechas por teólogos a lo largo de los años en que esta doctrina ha sido enfatizada.^[3]^ Una vez completada esta secuencia y habiendo tratado los textos y sus distintas interpretaciones, estaremos en la posición de realizar algunas afirmaciones que nos ayuden a entender o construir una definición bíblica para el don de lenguas descrito en las Escrituras.^[4]^
Textos Claves en el Nuevo Testamento
Los textos que hablan de la manifestación del don de lenguas básicamente se podrían clasificar en tres grupos, a saber, los versículos que relatan la aparición o manifestación del don de lenguas, los pasajes en donde el don de lenguas es regulado en medio de la congregación y algunos pasajes en donde se mencionan las lenguas pero como una manera de explicar u ordenar otros aspectos de la doctrina de los apóstoles para la Iglesia.
El primer grupo de textos que describen la manifestación del don de lenguas contiene versículos como Hechos 2:8, donde se relata la primera vez que este don es manifestado; esto sucede en medio de la fiesta de Pentecostés, estando los doce apóstoles en oración y luego de haber tomado a Matías como sucesor de Judas Iscariote. El relato señala que en medio de muchos Judíos que moraban en Jerusalén provenientes de “todas las naciones de los cielos” (Hch. 2:5), luego de producirse un estruendo, Dios usó a personas para hablar en otros idiomas. Sabemos que fue un don dado porque el texto lo dice explícitamente “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” (Hch. 2:4), y también sabemos que las lenguas mencionadas son idiomas por la evidencia del contexto y por el significado de las palabras “lenguas” (Hch. 2:3; 2:4; 2:11) y “lengua” (Hch. 2:6; 2:8).
El contexto del pasaje da evidencias de que la manifestación descrita como lenguas se refiere a idiomas dado que los extranjeros presentes se maravillaron a causa de que estaban escuchando a Judíos que “moraban en Jerusalén” (Hch. 2:5) hablar en sus idiomas “Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?” (Hch. 2:7). El asombro no era ver que otro usara otro sino con la forma en la que estaban expresándose de manera perfecta como si fueran nacidos en cada una de esas naciones “cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido” (Hch. 2:8) y que no era simplemente en un idioma, sino que había manifestación en todos los idiomas representados por las personas presentes (Hch. 2:9-11). No deja de ser notable que las escrituras registran también que la impresión de “todos” los presentes con los verbos indicativos “atónitos y perplejos”, lo que motivó en algunos el interés de entender el sentido que había detrás (Hch. 2:12). Acerca del posible contenido del mensaje MacArthur comenta: “Los creyentes citaban del AT las obras de Dios a favor de su pueblo (cp. Éx. 15:11; Sal. 40:5; 77:11; 96:3; 107:21). En Jerusalén y durante las fiestas se solían escuchar dichas alabanzas.”^[5]^
El segundo elemento que aporta valor a la comprensión del don de lenguas es el mismo uso de las palabras que el Espíritu Santo inspiró a Lucas en este pasaje. En los versículos 2:3; 2:4; 2:11 se usa la palabra “lenguas” (sustantivo glossa γλῶσσα) que en algunos casos es traducida como “el órgano de la boca” (Mr. 7:33; Ap. 16:10), también como “lengua, idioma o dialecto” (Ap. 10:11; Ap. 13:7) y también como el acto de hablar en lenguas (Mr. 16:17; Hch. 2:4; Hch. 10:46; Hch. 19:6; 1 Co. 12:10; 1 Co. 12:28; 1 Co. 12:30; 1 Co. 13:1; 1 Co. 13:8; 1 Co. 14:2; 1 Co. 14:4–5; 1 Co. 14:6; 1 Co. 14:13–14; 1 Co. 14:18; 1 Co. 14:19; 1 Co. 14:22–23; 1 Co. 14:26–27; 1 Co. 14:39).^[6]^ En el caso de los versículos 2:6; 2:8 la palabra usada es “lengua” (sustantivo dialektos διάλεκτος) que se tiene el sentido de un dialecto un idioma o una lengua.^[7]^ Grudem al referirse al uso de estas palabras dice: “Para comenzar debe decirse que la palabra griega glossa, traducida ‘lengua’, se usa no solo para indicar la lengua literal en el caso de una persona, sino también para indicar ‘lenguaje’. En los pasajes del Nuevo Testamento donde se discute el hablar en lenguas, se alude ciertamente al ‘lenguaje'”.^[8]^
En otros pasajes como hechos 10:46, 1 Corintios 14:21, 12:28-29 lengua es usada “glossa” en el mismo sentido de idiomas o lenguaje, por lo que podemos concluir que toda la evidencia del nuevo testamento se alinea con la idea de que el don de lenguas debe ser a lo menos: 1) la manifestación de una habilidad dada por Dios a través del Espíritu Santo 2) sobre una o varias personas, 3) para hablar en otro idioma sin que lo haya aprendido previamente, 4) de manera perfecta y 5) al punto que un nativo no podría decir que lo aprendió previamente. En línea con lo dicho anteriormente Ryrie define el don de lenguas como: “la habilidad dada por Dios de hablar en un idioma terrenal desconocido para el que habla”,^[9]^ por su parte Pearlman dice que: “El don de lenguas es el poder de hablar en forma sobrenatural en un idioma jamás aprendido por el que habla. Ese idioma es hecho comprensible para los oyentes mediante el don de interpretación, igualmente sobrenatural.”^[10]^
Otros pasajes que muestran algunas controversias con la interpretación que se ha intentado dar al don de lenguas, por ejemplo, usando 1 Corintios 13:11 en el mundo Pentecostal se enseña que hay un tipo de lengua angélica que no corresponde a un idioma humano.^[11]^, otro versículo usado con la intención de argumentar que existen diversos tipos de lengua (con la intención de que se entienda como no todos son en forma de idiomas) son los textos de 1 Corintios 12:10 para tratar de indicar que existen varios tipos de lenguas, Romanos 8:26 para decir que pueden ser repeticiones de palabras o ruidos que no necesariamente pueden entenderse, y 1 Corintios 14:39 para enfatizar que la manifestación de este don no debe ser impedido. En relación con estos textos Grudem define el don de lenguas diciendo: “Debemos definir este don como sigue: Hablar en lenguas es orar o adorar en sílabas no comprensibles por el que habla.”^[12]^ El problema con el uso de todos estos versículos para intentar una definición del don del lenguas radica en el contexto de cada uno de ellos, pues, no han sido usados para definir o explicar el don, sino para enseñar algo relacionado con el orden de la iglesia, la administración de los dones o con la posición en orden de importancia que debe asignársele a los mismos. No obstante lo anterior, aun podemos sacar enseñanzas para aportar a la definición del don de lenguas de estos versículos, puesto que, cuando Pablo que “las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos” (1 Co. 14:22) nos enseña algo del objetivo de las lenguas, y más adelante en el versículo 27 al limitar el número de personas que pueden hablar en lenguas extrañas en simultáneo, al ordenar que se haga por turnos y al exigir la presencia de un intérprete, nos enseña acerca del propósito en la iglesia, es a saber, su edificación.
Concluimos entonces que una definición satisfactoria para el don de lenguas es el que se extrae de los textos de Hechos 2 y que guarda relación con los siguientes elementos: 1) la manifestación de una habilidad dada por Dios a través del Espíritu Santo 2) sobre una o varias personas, 3) para hablar en otro idioma sin que lo haya aprendido previamente, 4) de manera perfecta, 5) al punto que un nativo no podría decir que lo aprendió previamente, 6) siendo una señal de juicio a los incrédulos y de edificación a la iglesia, 7) pero en ningún caso una manifestación de sonidos o repeticiones que no tengan sentido en algún idioma.
Una presentación de las tres posiciones más comunes
Las tres posiciones más comunes acerca del don de lenguas tienen que ver con dos elementos alrededor del don de lenguas, la más relevante es con la permanencia o desaparición de este don en medio de la iglesia, pero junto con la continuidad o no de este don, se discute la posibilidad de que haya tipos de lengua en cuanto a idiomas humanos y/o expresiones angelicales no entendibles para el hombre. De esta manera, se plantean tres posturas, a saber, el continuismo, el continuismo moderado y el cesacionismo. En términos simples, el continuismo argumenta que el don de lenguas (como también el de profecía y sanidades) aún siguen vigentes en la iglesia y deben practicarse. Por su parte el continuismo moderado, es una corriente doctrinal que reconoce la vigencia de los dones, aunque reconociendo de diferente manera, por ejemplo, la definición del don de milagro y profecía, sin embargo, debiendo ser un deseo de todo creyente lograrlos según 1 Corintios 12:31. Por último, el cesacionismo establece que los dones milagrosos o espectaculares ya no están vigentes en la iglesia, por no ser ya necesarios para el plan de redención y porque no hay evidencia de la presencia de ellos en la historia de la iglesia después de Hechos de los Apóstoles en cuanto a la naturaleza con la que estos fueron y ejercidos y usados posterior a la llegada del Espíritu Santo.
El continuismo es primordialmente una corriente apoyada por la iglesia y hermanos carismáticos. Algunas de las razones por las que se argumenta su continuidad son: 1) la idea de que si Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos, entonces los dones dados a los apóstoles o a la iglesia primitiva no tendrían por qué cesar (Hch. 13:8). 2) Estos dones vistos como una señal deben continuar porque Jesús afirmó que haríamos cosas mayores que las que él hizo (Jn. 1:50), y 3) en particular las lenguas son una señal evidente de que el creyente ha sido bautizado con el Espíritu Santo (Hch. 2:3). A propósito de este último argumento, Grudem dice:
En la actualidad, el deseo de decir que todo cristiano puede hablar en lenguas (aun cuando Pablo dice que no todos hablan en lenguas) está probablemente motivado en la mayoría de los casos por una previa interpretación doctrinal que ve el bautismo en el Espíritu Santo como una experiencia que sigue a la conversión, y considera el hablar en lenguas como una señal inicial de haber recibido el bautismo en el Espíritu Santo.^[13]^
Y Ryrie por su parte comenta: “La asociación contemporánea por los Pentecostales del bautismo del Espíritu con una segunda bendición y/o con la experiencia de las lenguas como evidencia de haber sido bautizado, aumenta la confusión.”^[14]^
Por su parte el continuismo moderado, dice que Dios mantiene la disposición de seguir equipando a la iglesia con el don de lenguas y que una salida para encontrar una explicación a ello es: 1) entender que la narrativa no es normativa y por tanto, aunque no exista evidencia clara de la existencia de los dones como el de lenguas, no se puede desestimar, 2) que habría una salida al entender que si bien el don de lenguas como idiomas no necesariamente es observable, si podría ejercitarse en un tipo de lengua no humana; en cuanto a esto Grudem afirma que en 1 Co. 14:2 hablar en lenguas es una conversación dirigida a Dios.: “Esta definición indica que hablar en lenguas es fundamentalmente una conversación dirigida a Dios (esto es, una oración o una alabanza). Pero Pablo no está describiendo el don de lenguas, por el contrario, está diciendo que no debe ser enfatizado, que se debe buscar el don de profecía ¿por qué? Porque eso edificará a la iglesia, pues el que habla en lenguas “le habla a Dios” y eso no tiene sentido.”^[15]^
Finalmente el cesacionismo, enseña que el don de lenguas ya no está vigente ni debe ser buscado como una señal en medio de los creyentes por las siguientes razones: 1) Los periodos en que los dones espectaculares fueron usados tenían el sentido de autenticar a los mensajeros y eso sucedió en última instancia en Hechos de los Apóstoles (Hch. 2), 2) el don de lenguas fue una manifestación dada como juicio a los incrédulos y luego como un medio de edificación temporal a la iglesia mientras el canon de las Escrituras no estaba completo (1 Co. 14), 3) el don de lenguas según 1 Corintios 13:1 no puede entenderse como una manifestación de tipo angelical, pues en el contexto Pablo no está enumerando cosas que puede hacer, sino por el contrario, cosas que no puede hacer, y 4) el don de lenguas fue un carisma transitorio que cesaría de manera natural (1 Co. 13:8).
Una evaluación bíblica de estas posiciones
Sin pretender ser esta una evaluación exhaustiva, se puede al menos precisar que en cuanto a la postura continuista del mundo carismático, para sostenerla es necesario hacer sacrificios y exigir demasiado en la interpretación de versículos relacionados con las lenguas; además, el énfasis al sostener la continuidad del don de lenguas, más bien está sostenido en la búsqueda de una experiencia no enseñada por las escrituras como es la evidencia del bautismo del Espíritu Santo. En línea con esto Horton admite: “Admitimos que nuestras interpretaciones de la Biblia son claramente falibles con demasiada frecuencia, aun cuando hayan sido hechas con mucho cuidado y oración.”^[16]^ y Ryrie sentencia: “Ya sea que uno crea o no en el don bíblico de las lenguas, la enseñanza pentecostal de que las lenguas son la señal necesaria de haber sido bautizado por el Espíritu es incorrecta. Pablo dijo que todos los creyentes en Corinto estaban bautizados (12:13) pero no todos hablaban en lenguas (v. 30).”^[17]^
En cuanto a la posición continuista moderada, intenta explicar el don de lenguas admitiendo una parte de los versículos que explican el don en Hechos 2 y 1 Corintios 14 al entenderlos como idiomas y con el sentido de edificar a la iglesia, pero de algún modo, al no poder admitir que este don cesa (porque podría en duda el don de sanidades y el de profecía) se estanca en la ambigüedad. Grudem dice al respecto: “No quiero implicar en este punto que estoy adoptando una noción ‘cesacionista’ de los dones espirituales (es decir, la noción que sostiene que ciertos dones, tales como la profecía y hablar en lenguas, cesaron cuando los apóstoles murieron).”^[18]^
Finalmente, la postura cesacionista hace una armonización coherente en cuanto los asuntos relacionados con la interpretación de los versículos que definen, que explican y que muestran cierta controversia con la comprensión del don de lenguas; por otra parte, la forma de organizar o localizar la enseñanza en el plan de redención da coherencia entre el Antiguo y Nuevo Testamento; y finalmente, no fuerza al creyente a usar o añadir elementos externos a las escrituras para intentar sostener su postura interpretativa, con lo que se exalta la suficiencia, autoridad e inerrancia de las Escrituras.
Bibliografía
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MacArthur, John y Richard, Mayhue. Teología Sistemática: Un estudio profundo de la doctrina bíblica. Grand Rapids, MI: Portavoz, 2018.
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Grudem, Wayne. Teología Sistemática: Una introducción a la doctrina bíblica. Miami, FL: Vida, 2007.
Myer Pearlman, Teología Bíblica y Sistemática (Miami: Vida, 1992), 239.
Ryrie, Charles. Teología básica. Miami: Unilit, 2003.
Swanson, James. Diccionario de idiomas bíblicos (Bellingham: Logos Bible Software, 1997).
Tuggy, Alfred. Léxico griego-español del Nuevo Testamento (El Paso: Mundo Hispano, 2003).