¿Cuál es la relación entre la justificación, la santificación y las obras?
Entender cómo se relacionan la justificación, la santificación y las obras es crucial para apreciar la obra de Dios en la vida del creyente. Estos conceptos, aunque distintos, están íntimamente conectados en la salvación y en la vida cristiana. La comprensión adecuada de estos términos no solo ilumina nuestras mentes, sino que también nos mueve a la adoración y a una vida piadosa.
Definición de términos
Justificación: La justificación es un acto único, completo e instantáneo que ocurre en el momento de la conversión. Este acto implica que Dios declara justo al pecador que pone su fe en Jesucristo, imputando la justicia de Cristo a su favor (Ro. 10:9; Ro. 1:17; Lc. 18:14). En términos de las Escrituras, es una imputación legal de la justicia de Cristo en favor de quien deposita su confianza en su vida de perfecta obediencia, en su muerte y en su resurrección. En la Biblia, la justificación es un acto único, completo e instantáneo (Ro. 10:9; Ro. 1:17; Lc. 18:14), y Hodge hace una precisión necesaria para nuestra comprensión al aclarar que la justificación “No produce ningún cambio subjetivo en la persona justificada. No efectúa ningún cambio de carácter, haciendo buenos a los que eran malos, ni santos a los que eran impíos”1. De esta forma la justificación es un acto legal en donde Dios, como juez, declara justo al pecador (Ro. 4:13), liberándolo de cualquier condena (Ro. 8:12), y entrando en una relación de paz con Dios (Ro. 5:1). Concluyendo entonces, la Justificación es obrada por Dios al darle fe al hombre para arrepentirse y creer, y habiendo nacido de nuevo (regenerado), entonces Dios nos declara justos, libres de la ira del pecado y perfectos en la obediencia de Cristo.
Santificación: La santificación, en contraste, es un proceso continuo y progresivo que ocurre a lo largo de la vida del creyente. A diferencia de la justificación, que es un acto completo e instantáneo, la santificación es una obra de Dios que se lleva a cabo a través de los actos del hombre contra el pecado. Se podría decir que la santificación es la lucha diaria que el creyente tiene en contra de su antigua naturaleza, es la contienda entre sus nuevos afectos espirituales y nuestros cuerpos mortales (2 Co. 4:9-11). La santificación se ve al momento en que desde la eternidad el creyente fue apartado (He. 3:1; Hch. 26:18), como la sumatoria de actos que modelan la imagen de Cristo en el creyente (Ro. 15:1) y como la culminación perfecta en el momento de la muerte del creyente donde se produce la glorificación (Fil. 3:21; 1 Ts. 3:12-13; He. 12:23). En cuanto a la santificación Hodge nuevamente hace una precisión que nos ayuda a definir y diferenciar la justificación de la santificación de manera clara, pues, “la primera, por tanto, es objetiva, y la segunda subjetiva. La primera se basa en lo que Cristo ha hecho por nosotros; la segunda, en el efecto de lo que Él hace en nosotros. La justificación es completa y la misma en todos, mientras que la santificación es progresiva, y es más completa en unos que en otros”2. De este modo, ahora tenemos una mejor comprensión de lo que la Biblia explica acerca de la justificación y la santificación, sabiendo que ambas son obras de Dios, como actos de gracia no merecidos por el hombre, en donde, si bien el hombre no participa con algún mérito o capacidad en ninguna de las dos, luego en la santificación el hombre está vinculado a través de toda su vida, siendo este ahora un medio para dar testimonio de la manera en que el creyente se va conformando a la imagen de Cristo.
Comparación entre Justificación y Santificación
Para profundizar en la relación entre la justificación y la santificación, es útil establecer algunas comparaciones clave entre ambos términos:
- Origen de la Obra:
- Justificación: Es la obra que Cristo hace por nosotros. Es un acto legal donde Dios, como juez, declara justo al pecador basado en la justicia de Cristo.
- Santificación: Es la obra que Cristo hace en nosotros. Es un proceso de transformación interna donde el creyente es conformado a la imagen de Cristo a través del poder del Espíritu Santo.
- Naturaleza del Acto:
- Justificación: Es un acto instantáneo y completo. Cuando una persona pone su fe en Cristo, es inmediatamente declarada justa ante Dios.
- Santificación: Es un proceso paulatino y progresivo. La santificación comienza en el momento de la conversión y continúa a lo largo de toda la vida del creyente.
- Efecto en el Creyente:
- Justificación: Nos libra de la paga del pecado. Es una declaración de que somos justos ante Dios, liberándonos de la condena eterna.
- Santificación: Nos libra de la esclavitud del pecado. Es el proceso continuo de ser liberados del poder del pecado en nuestra vida diaria.
La Relación entre Justificación, Santificación y Obras
Finalmente, si la santificación es la consecuencia de la justificación, entonces las obras son el resultado de la santificación. Un creyente en quien se está obrando la santificación no puede estar ocioso de obras (1 Co. 6:19-20; Hch. 26:20; Ef. 2:10; 1 Jn. 2:17; Tit. 2:7, 2:14, 3:1, 3:8). Sin embargo, es crucial entender que las obras no aportan en absoluto a mejorar o cambiar nuestra posición ante Dios en Cristo (Ef. 2:8-9). Las obras son la consecuencia de nuestra salvación, una respuesta amorosa a Cristo y no una coerción por miedo al castigo. La enseñanza de la Biblia es que las obras son consecuencia de nuestra salvación, son hechas en respuesta amorosa a Cristo y sin coerción o miedo por recibir algún castigo. De esta manera, la justificación, la santificación y las obras son tres elementos de la salvación desde lo invisible a lo visible. Desde una posición pasiva a una vida activa, siendo primeramente receptor, pero luego embajador de las “buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef. 2:10).
Conclusión
La justificación, la santificación y las obras son tres elementos interrelacionados que reflejan la obra de Dios en la vida del creyente. La justificación nos declara justos ante Dios; la santificación nos transforma continuamente a la imagen de Cristo; y las obras son la evidencia visible de esta transformación interna. Como creyentes, debemos comprender y abrazar estas verdades, sabiendo que todas ellas son el resultado de la gracia de Dios en nuestras vidas, y que nos llaman a vivir de manera que glorifiquemos a nuestro Señor y Salvador.