El pecado del aborto: Una explicación basada en el imago Dei
En una sociedad donde las opiniones sobre el aborto están tan divididas, ¿cómo podemos encontrar una verdad objetiva? La respuesta se encuentra en una fuente eterna e inmutable: la Palabra de Dios. Este artículo te invita a explorar por qué el aborto es considerado pecaminoso desde una perspectiva bíblica, arraigada en la santidad de la vida humana como portadora de la imagen de Dios.
Entendiendo que en una respuesta corta no es posible considerar todas las circunstancias que hay detrás de cada episodio de aborto, debemos dar gracias a Dios por preservar la Biblia para ver en ella verdades que nos ayudan a entender por qué el aborto debe ser considerado como un acto pecaminoso. En síntesis, el aborto es pecaminoso fundamentalmente porque pone al hombre en una posición que no tiene, le roba a Dios su supremacía y minimiza la verdad de que el hombre es imagen de Dios.
“El aborto es pecaminoso fundamentalmente porque pone al hombre en una posición que no tiene, le roba a Dios su supremacía y minimiza la verdad de que el hombre es imagen de Dios.”
En nuestra sociedad, cada vez que se debate sobre el aborto, ya sea en posición a favor o en contra, los argumentos siempre comienzan en el hombre (en el sentido amplio del término), ya sea en la madre y sus libertades o en el niño y sus derechos, y el creador de la madre y del niño es un espectador silente. La Biblia en Génesis 1:26-27 revela que el hombre no es autónomo e independiente, sino un ser creado, y Colosenses 1:16 aclara que todo fue creado por medio de Él y para Él, con lo cual, quitar a Dios de la ecuación es un pecado porque eleva al hombre a la posición de creador y objetivo de todo lo que sucede.
“Quitar a Dios de la ecuación es un pecado porque eleva al hombre a la posición de creador y objetivo de todo lo que sucede.”
De la misma manera, la práctica del aborto le roba a Dios supremacía, porque hace ver a Dios como insuficiente para las necesidades del hombre, aun en momentos de profunda angustia y prueba, como si Él no pudiera o no supiera acerca de los padecimientos del hombre, lo cual contradice a las Escrituras (Hebreos 4:15), convirtiendo esta conducta en un acto pecaminoso.
“La práctica del aborto le roba a Dios supremacía, porque hace ver a Dios como insuficiente para las necesidades del hombre.”
Finalmente, practicar el aborto es pecaminoso porque es un ataque a la imagen de Dios. El hombre es el único ser que fue creado a la imagen de Dios (Génesis 1:26-27, 1 Corintios 11:7, Santiago 3:9), conocido por Dios desde el vientre (Jeremías 1:5, Salmo 139:13) y puesto para señorear conforme al carácter de Dios. Que el hombre (y la mujer) tenga la imagen de Dios implica que el hombre tiene un valor intrínseco e inherente al representar a Dios en la creación, y como consecuencia de eso puede relacionarse y cumplir la función de reinar en representación de Dios (aunque con las distorsiones propias del pecado). Entonces, el aborto es un pecado porque quien lo practica se atribuye una autoridad que no tiene y distorsiona la imagen de Dios.
“El aborto es un pecado porque quien lo practica se atribuye una autoridad que no tiene y distorsiona la imagen de Dios.”
La Naturaleza Humana y la Necesidad de Confiar en Dios
Es fundamental comprender que el simple deseo humano no puede definir lo correcto, pues nuestra naturaleza está inclinada al mal. La Biblia nos enseña que “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). Este versículo resalta la verdad de que nuestros propios deseos y razonamientos están corrompidos por el pecado y no pueden ser una guía confiable para tomar decisiones morales.
El apóstol Pablo también explica en Romanos 3:10-12: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” Esta declaración subraya la incapacidad del ser humano de razonar justamente por sí mismo, debido a la caída y el pecado que afectan todos los aspectos de nuestra vida.
“No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” (Romanos 3:10-12)
La Biblia nos motiva a desconfiar de nosotros mismos y a poner nuestra mirada en Dios. Proverbios 3:5-6 nos exhorta: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.” Esta es una invitación clara a buscar la sabiduría divina y a depender de Dios en todas nuestras decisiones.
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.” (Proverbios 3:5-6)
Cuando confiamos en nuestra propia sabiduría y deseos, corremos el riesgo de alejarnos de la verdad divina y cometer actos que deshonran a Dios. Es por eso que, en temas tan delicados como el aborto, debemos regresar a la Palabra de Dios, buscando Su dirección y entendimiento, reconociendo que solo Él tiene la autoridad suprema sobre la vida y la muerte.