¿Existe gente buena?
En un mundo donde frecuentemente se debate sobre la bondad inherente de las personas, la pregunta de si realmente existe gente buena no es tan simple como parece. Este artículo busca explorar esta cuestión desde una perspectiva bíblica, ofreciendo una respuesta que va más allá de la apariencia superficial.
La pregunta no es del todo simple, porque en apariencia la respuesta corta sería afirmar por lógica que es evidente que existen personas buenas en este mundo, pudiendo discutirse cuántas, pero no si existen. Sin embargo, creo que la pregunta también tiene una dimensión compleja, pues, si es evaluada según la enseñanza de la Escritura, se hará manifiesta una rotunda negación a esta pregunta, básicamente por explícitos pasajes que nos muestran que el hombre es «una podrida llaga» (Isaías 1:6) o que afirman que «No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno» (Romanos 3:12). Así que la pregunta merece una respuesta que considere estas dos perspectivas a fin de que, sin dejar de ser bíblica, sea una respuesta que ayude a nuestro crecimiento y conformidad con la mente de Cristo.
Con lo anterior en mente, me gustaría intentar mostrar que ante la duda de si existen personas buenas en el mundo, la respuesta es No, pero sí. No en el sentido que permita a las personas presentarse ante Dios con sus actos de bondad, como una virtud para conseguir de Él algún tipo de favor, bien o siquiera consideración especial, pues el estándar de Dios es la perfección y la conformidad completa a sus atributos. Pero del otro lado, el hombre es la imagen de Dios en la tierra y la gracia de Dios es real y presente en medio de su creación, siendo estas dos verdades lo que hace posible ver destellos de bien, justicia y también bondad en los hombres. Estas dos afirmaciones será bueno que las examinemos a la luz de algunos pasajes para que podamos reafirmar o hacer los cambios que sean necesarios en nuestro acercamiento a esta inquietud entre los creyentes.
La Bondad Humana a la Luz de la Biblia
Comencemos afirmando que la Biblia no rechaza que hay algo de bondad en los hombres. Mateo 7:11 dice: «Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?» Aunque pareciera ser más un versículo que sirve al argumento de que los hombres son malos, note que la segunda parte del versículo dice: «sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos», con lo cual es Jesucristo mismo afirmando que, aunque las personas son malas, hay buenos padres que dan buenas cosas a sus hijos y por implicación y experiencia podríamos incluir a amigos, jefes, esposos y muchas otras personas en la sociedad. En línea con lo anterior, también vemos que la Biblia habla de buenos reyes (2 Reyes 18:3-5), buenas madres y abuelas (2 Timoteo 1:5) y buenos discípulos (1 Timoteo 1:2), por lo tanto, no hay razón para negar que existen personas que actúan bien y que son en alguna medida buenas.
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo 7:11)
La Inclinación del Hombre al Mal
Sin embargo, el hombre ante Dios no puede ser bueno, y cualquier acto de bondad, por bien valorado que sea entre sus pares, no alcanza ni en la más mínima forma a ser algo que se acerque al carácter y la naturaleza de Dios. Los actos del hombre son malos (Isaías 64:6), sus pensamientos son malos (Génesis 6:5), y su naturaleza es mala (Efesios 4:22). De hecho, la calificación de Isaías es más precisa y correcta al decir que «desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga» (Isaías 1:6). Concluyendo que la Biblia afirma que con respecto a Dios no existe hombre bueno.
“Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga.” (Isaías 1:6)
Contrapunto y Refutación
Algunos podrían argumentar que los actos de bondad observables en las personas son suficientes para considerarlas buenas. Sin embargo, la Escritura nos enseña a desconfiar de nuestra propia percepción y juicio. Jeremías 17:9 declara: «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?» Esto nos advierte que nuestros propios criterios están contaminados por el pecado. Además, Proverbios 3:5-6 nos exhorta a no apoyarnos en nuestra propia prudencia, sino a confiar en Dios en todo. Incluso los actos aparentemente buenos pueden estar motivados por razones egoístas o superficiales, y solo Dios puede juzgar la verdadera intención del corazón.
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9)
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.” (Proverbios 3:5-6)
La Gracia de Dios en la Humanidad
Finalmente, habiendo visto las dos perspectivas, podemos tener un mejor acercamiento a esta pregunta y afirmar que por actos, pensamientos y naturaleza no hay hombres buenos, todos son pecadores y todos sin mérito ante la Santidad de Dios. A su vez, cuando entre los hombres observamos bondad, es solo la tenue manifestación de la imagen de Dios en ellos y de la gracia de Dios manifestándose en la humanidad. Estos destellos de bondad no son suficientes para justificar al hombre ante Dios, pero sí reflejan la presencia y la obra de Dios en su creación, llamándonos a reconocer nuestra necesidad de la redención y la transformación que solo Cristo puede ofrecer.