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Todos debemos buscar una segunda unción del Espíritu Santo

¿Realmente necesitas más del Espíritu Santo o es que ya tienes todo lo que necesitas y aún no lo has descubierto? La búsqueda de una ‘segunda unción’ ha generado controversia y confusión en muchos creyentes, pero ¿qué nos dice realmente la Biblia al respecto?

La idea de buscar una segunda unción del Espíritu Santo se remonta al movimiento de santidad de Wesley en el siglo XVII, y posteriormente a la interpretación que básicamente hermanos carismáticos hacen del libro de Hechos de los Apóstoles en el movimiento pentecostal de inicios del siglo XX. Sin embargo, esta es una idea no compartida por las enseñanzas de Lutero, Calvino. Ahora, no es solo que no sea compartida por estos grandes maestros, sino que a la luz de un proceso de interpretación fiel a la intención de los autores bíblicos en el libro de los Hechos y del resto de las escrituras, la búsqueda de una segunda unción no puede ser aceptada como una enseñanza bíblica por carecer de sustento y por dirigir a los creyentes a prácticas contrarias al Evangelio.

¿Por qué esta enseñanza no es bíblica?

Parafraseando el resumen de la doctrina del Espíritu Santo enseñada por el profesor Josías: «La Escritura enseña claramente en las epístolas que tenemos todo lo que necesitamos con el bautismo del Espíritu Santo. No necesitamos una segunda experiencia. La Biblia no nos manda buscarla, ni necesitamos hacerlo»1. Cabe entonces la pregunta: ¿De dónde viene esta idea? y ¿Por qué se enseña en nuestros días? La respuesta a estas dos preguntas tiene que ver con dos periodos de la historia de la iglesia en donde la idea de una segunda unción toma fuerza. Con Wesley en el siglo XVII y con el pentecostalismo de fines del siglo XIX. Según Wesley los creyentes necesitaban y debían buscar una obra santificadora especial y distinta a la producida por el Espíritu Santo en la conversión/regeneración2. El segundo momento de la historia en que el interés por el Espíritu Santo crece fuertemente fue a partir del año 1896 con el caso del predicador Charles Parham, de quien se dice es el padre del pentecostalismo y de la idea de buscar las señales de una segunda unción o bautismo del Espíritu Santo a través de manifestaciones sobrenaturales en dones de sanidad y lenguas; derivando más tarde a lo actualmente conocido como la confesión positiva y el evangelio de la prosperidad3.

El enfoque errado de la segunda unción

Pero la idea de buscar una segunda unción no es la enseñanza de la Biblia. Las escrituras hablan con claridad de que todo creyente comparte de manera transversal y sin medidas 1) el sello, 2) la habitación y 3) la unción del Espíritu Santo (Ef. 1:13-14, Jn. 14:23, 1 Co. 12:13), estando completos y seguros en su obra regeneradora y en su poder santificador4. La idea de una segunda unción no solo carece de sustento bíblico, sino que abre paso a prácticas contrarias al evangelio, como la búsqueda de dones de lengua o dones de sanidad como medios de validar la posición del creyente en Cristo. Pero lo más complejo de esta idea es que trata al Espíritu Santo como un poder que se puede obtener y manipular (Hch. 8:20) y como una persona que nos guía a la verdad (Jn. 16:13-15)5.

Hay otro grupo de creyentes que usan al Espíritu Santo como una fuerza. No necesariamente niegan que sea la tercera persona de la Trinidad, pero le dan órdenes, lo invocan para que se manifieste como una fuerza en las personas. Esto es otra manera de negar su personalidad.

Refutación bíblica

La idea de buscar una segunda unción del Espíritu Santo es contraria a las enseñanzas bíblicas. Las escrituras dejan claro que todos los creyentes ya han recibido la plenitud del Espíritu Santo desde el momento de la conversión. Además, tratar al Espíritu Santo como una fuerza que se puede manipular es negar su personalidad y su divinidad, lo cual es un grave error teológico. La Biblia enseña que el Espíritu Santo es una persona que guía, consuela y obra en el creyente para santificación y edificación (Jn. 16:13-15, Ef. 1:13-14). Buscar una segunda unción desvía a los creyentes del verdadero propósito del Espíritu Santo y fomenta prácticas que no son bíblicas.

Finalmente, dentro de quienes enseñan y practican estas ideas, hay hermanos honestos y sinceros que no lo hacen con el ánimo de ofender a Dios, así que no intentamos apuntarlos o perseguirlos, pero en amor buscamos mostrarles la verdad desde las escrituras para el gozo de sus almas y la gloria de Dios.


Bibliografía

  1. Millard J. Erickson, Teología sistemática, 2da. edición., Colección Teológica Contemporánea (Barcelona: Clie, 2008), 866.
  2. Esta idea fue expuesta por el profesor Josías Grauman en el penúltimo video de la semana cuatro del curso Teología II, del seminario The Master’s.
  3. Erickson, Teología sistemática, 865-866.
  4. Ibid., 866.
  5. Este es un argumento adaptado de los videos de la clase 4 del curso de Teología II, del profesor Josías Grauman
  6. Para profundizar en el argumento de la personalidad del Espíritu Santo vea los siete argumentos de Charles Hodge, Teología Sistemática, vol. 1 (Barcelona: Clie, 1991), 370-373.

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