La Expiación
¿Por quién murió Jesús? La doctrina de la expiación no solo es central para nuestra fe, sino que también despierta intensos debates entre creyentes. ¿Cristo murió por todos sin excepción o solo por los elegidos? Este ensayo profundiza en las posturas teológicas de la expiación ilimitada y limitada, ofreciendo una evaluación bíblica que puede transformar nuestra comprensión de la redención.
¿Por qué es tan controversial la expiación?
La expiación es un aspecto central de la doctrina de la salvación y por lo mismo uno de los temas más controversiales y discutidos, al menos en círculos teológicos y académicos. Dado que esta doctrina tiene un alcance amplio, en este ensayo focalizaremos los esfuerzos en describir y evaluar el alcance de la expiación, puesto que de todos los temas, este en particular, acumula la mayor cantidad de discusiones y desafíos interpretativos. Pero antes de describir y evaluar los aspectos del alcance de la expiación será necesario considerar algunos asuntos generales de esta doctrina para dar contexto a nuestra evaluación. Francisco Lacueva lo describe así: “en sentido especial, la expiación es uno de los aspectos del sacrificio de Cristo en la cruz”^1. Es necesario mencionar algo acerca de cómo se origina o porqué hablamos de expiación, el porqué es necesaria y quiénes son los actores de la misma. Con ese contexto podremos profundizar en su alcance y evaluar las distintas posiciones teológicas en razón de sus implicaciones.
Una definición bíblica de la expiación
Desde la perspectiva o base bíblica, hablamos de expiación porque desde el Antiguo Testamento aparece como un medio por el cual el hombre, a través del sacrificio de animales, cubrían o expiaban sus pecados contra Jehová (Ex. 29:16, 29:36, 30:15, Lv. 1:4, 4:31, 5:16, 6:7, 8:34, 14:19, 14:53, 23:28, Nm. 5:8, 8:12, 16:46, 31:50, Dt. 32:43). Otros usos de la raíz implican connotaciones de cubrir (Gn. 6:14), reconciliar (Nm. 29:5, 2 Cr. 29:24), satisfacer (2 S. 2:3), propiciar, corregir, evitar y limpiar (2 Cr. 30:28, Pr. 16:14, Is. 6:7). Una definición de diccionario acerca de la expiación nos ayuda a desarrollar más este punto en el Nuevo Testamento: “Anulación plena del pecado gracias a la justicia de Cristo, propiciando al pecador arrepentido la restauración de su comunión con Dios (1 Juan 1:7)”^2. Una definición corta interpreta la expiación como un “medio para lograr el perdón”^3, cuestión que se hace manifiesta cuando Jesucristo dijo “consumado es” (Juan 19:30). Es verdad que en el Nuevo Testamento no tenemos alusión directa a la expiación, pero sí hay suficiente evidencia de la muerte sustitutiva de Cristo por los pecados de los hombres (Jn. 1:29; Mt. 16:21; Hch. 5:30; Ro. 5:8; 1 Co. 5:7)^4. Los términos que más se relacionan con el concepto de expiación en el Nuevo Testamento son: rescate (1 Ti. 2:5-6), sacrificio (He. 9:6-15), sustitución (1 P. 3:18), propiciación (Ro. 3:25) y reconciliación (2 Co. 5:18-19).
Con toda esta base bíblica es posible hacer algunas afirmaciones acerca del sentido con el que la Biblia trata la expiación desde el Antiguo al Nuevo Testamento. Primero, la expiación en todos los casos se presenta como necesaria y no como algo opcional. La expiación tiene como objetivo cubrir el pecado del hombre frente a Dios. La expiación hace evidente que el hombre no tiene medios, recursos y fuerza para expiar sus propios pecados y permanecer vivo; de ahí la necesidad de un sustituto. Pensando en los actores de la expiación tenemos que el ofendido es Dios, el ofensor es el hombre y el sustituto es quien cubre la ofensa en favor del hombre. El Antiguo Testamento nos presenta la expiación como una figura que apunta a la consumación de la expiación en la muerte sustitutiva de Cristo. El Nuevo Testamento declara que Dios mismo puso a su hijo como propiciación por los pecados del hombre, siendo entonces Dios el autor y el consumador de la expiación de quienes ponen su fe en Jesucristo (Ro. 3:35). La expiación hecha por Cristo es suficiente y perfecta (He. 7:28, 10:10-14). Packer resume de manera sucinta los elementos generales de la expiación de la siguiente manera: “Las Escrituras describen a todos los seres humanos como necesitados de hacer expiación por sus pecados, pero carentes de todo poder y recursos para hacerlo”^5.
Posturas a través de la historia de la iglesia
Otro aspecto general a considerar es la variedad de teorías sobre la expiación que se han desarrollado a lo largo del tiempo. Estas teorías intentan interpretar los pasajes bíblicos mencionados anteriormente y han sido debatidas y propagadas en la iglesia a través de los siglos. Aunque no es el objetivo principal de este ensayo profundizar en cada una de ellas, las enumeraremos para ofrecer un panorama general que servirá como base para evaluar las distintas posiciones sobre el alcance de la expiación, que es el tema central de este ensayo. La lista provista por Ryrie en su teología sistemática parece incluir la mayoría de las teorías en cuanto a esta materia. Ryrie enumera nueve teorías asociadas a diversos padres de la iglesia y teólogos connotados en cada momento de la iglesia desde el primer siglo. Las teorías son las siguientes:
- 1) Rescate pagado a Satanás: la muerte de Cristo fue un rescate pagado a Satanás para satisfacer cualquier reclamación que Satanás tuviera con el hombre (Orígenes, 185–242),
- 2) Polingenesia: Cristo produjo en sí mismo todas las etapas de la vida incluida la que corresponde como pecadores (Ireneo, 130–202),
- 3) Satisfacción: El hombre robó a Dios su honor y Dios recompensó la muerte de Cristo (Anselmo, 1033–1109),
- 4) Influencia Moral: La muerte de Cristo no fue una expiación por los pecados, sino un sufrimiento para manifestar su el amor de Dios (Abelardo, 1079–1142),
- 5) Ejemplo: La muerte de Cristo no expió el pecado, sino que reveló la fe y la obediencia como el camino a la vida eterna, inspirando a las personas a llevar una vida similar (Socino, 1539–1604),
- 6) Gubernamental: El gobierno de Dios demandó la muerte Cristo para demostrar su desagrado con el pecado del hombre (Grocio, 1583–1645),
- 7) Dramática: Cristo en su muerte ganó la victoria sobre los poderes del mal (Aulen, 1879–1078),
- 8) Barthiana: La muerte de Cristo una revelación de Dios y de su aborrecimiento del pecado (Barth, 1886–1968),
- 9) Sustitución Penal: Cristo, El que no tenía pecado, tomó sobre Sí mismo la penalidad que debieran haber llevado el hombre y otros (Calvino, 1509-1564)^6.
El debate ha sido largo y las maneras de explicar la obra expiatria de Cristo ha pasado por muchas posiciones, pero una visión general que nos ayuda a definir bíblicamente la expiación nos ayuda a concluir, que en todos los casos, es tanto una manifestación del Amor de Dios y un medio para satisfacer de manera suficiente y perfecta la justa ira de Dios en favor del hombre por sus pecados^7.
Una presentación de las tres posiciones más comunes
En cuanto a la expiación las preguntas esenciales han sido ¿por quién murió Cristo? ¿Murió por todos los hombres o solo por algunos? ¿Hay armonía entre la naturaleza amorosa de Dios y la idea de limitar la expiación solo para algunos? ¿Se contradice la Biblia al aludir que Cristo murió por todos o que desea que todos se arrepientan? Estas preguntas han causado gran debate, intensos desacuerdos e incluso ha contribuido a la división entre los creyentes, abriendo dos grandes líneas de pensamiento o posiciones en cuanto al alcance de la expiación de Cristo, la primera abogando por un alcance ilimitado o universal (todos sin excepción), mientras que la segunda defendiendo la idea de una expiación particular, limitada o definitiva, y aunque a simple vista esto podría considerarse como un debate insípido y meramente teórico, no deja de ser necesaria la reflexión que hace Lewis Sperry Shaffer citado en Fundamentos de la Teología Pentecostal:
«La condición indicada por Cristo sobre la cual ellos (los incrédulos) pueden evitar morir en sus pecados no está basada sobre su no haber muerto por ellos, pero en vez su creer en él … El valor de la muerte de Cristo, que es tan maravillosa y completa, no es aplicado al no regenerado hasta que crea.»^8.
Así, con la gran cantidad de contenido dedicado a este debate a través del tiempo y en las diferentes posturas impresas en las teologías sistemáticas escritas, no es difícil concluir que existe la necesidad de insistir en la evaluación de las posturas, y aunque la discusión se puede etiquetar entre universalistas y particularistas o arminianos y calvinistas, será el esfuerzo de este ensayo presentar las posturas y terminar haciendo una evaluación apoyados en una vara que someta a ambas partes; la herneutica historico gramatical como el marco de reglas de interpretación y la exégesis de los textos que ambas posturas usan con el fin de definir una posición desde las escrituras y no desde la tradición o escuelas teológicas a priori.
En síntesis, las posturas respecto del alcance de la expiación de Cristo no son difíciles de discernir o entender. En el caso de la expiación ilimitada o universalismo se considera la idea de que el sacrificio de Cristo ha sido extendido a todo el mundo y a todos, propiciando el pago por los pecados de todas las personas sin excepción que han vivido en todos los tiempos^10. El apoyo de esta posición se puede resumir básicamente en 1) los versículos que usan explícitamente palabras como “todos o todo el mundo” para referirse a la salvación o el sacrificio de Cristo, 2) en un argumento hermenéutico relacionado con la lectura simple o literal de los textos bíblicos, 3) en un argumento teológico en cuanto a la interpretación de los textos y 4) la no aceptación de la tensión entre el amor de Dios y la elección limitada. En cuanto a la postura de la expiación limitada o definitiva (particular) se considera la idea de que Cristo murió solo por aquellos que Dios el Padre escogió en la eternidad pasada, mismos que fueron entregados a Cristo y que el Espíritu Santo preserva hasta la glorificación. El apoyo de esta postura se sostiene o se apoya en 1) una interpretación exegética de los textos que hablan del sacrificio de Cristo, y 2) en un argumento teológico de la unidad trinitaria y la efectividad de la expiación.
Una evaluación bíblica de estas posiciones
Con esta síntesis en cuanto a las posturas, lo que defienden y plantean, y de qué manera lo defienden, pasaremos a considerar con más detalle los argumentos a fin de preparar una evaluación que descanse en las evidencias, pros y contras, claridad y desafíos, pero siempre en función de lo que esto aporte al conocimiento de Dios, nuestra posición en la redención y el impulso que estas verdades puedan dar al creyente a los asuntos prácticos del evangelio como nuestra santificación y la evangelización. De ahora en adelante iremos contrastando las dos posturas dado que, en ambos casos, comparten o tratan con la interpretación y la construcción de argumentos teológicos usando versículos similares.
Algunos versículos que apoyan la postura de la expiación ilimitada a simple vista muestran que la muerte y el sacrificio de Cristo fue hecho en favor de “toda persona” o de “todo el mundo”. En Juan 1:29 leemos que Juan el bautista se refiere a Cristo como el cordero que ha venido con una misión específica “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. En Juan 3:16 tenemos la idea de que Dios amó a “todo el mundo” y esta es la razón por la que “su Hijo unigénito” a fin de que “todo” el que cree “no se pierda, mas tenga vida eterna”, es decir sea salvo. Por su parte en 1 Timoteo 2:3-6 Pablo explica que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos” y por esta razón Jesucristo “se dio a sí mismo en rescate por todos”, luego en 1 Timoteo 4:10 el apóstol insiste en que el Dios “es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen”. El apóstol Pedro afirma el deseo de Dios diciendo que el ha obrado “no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” y un último elemento que podemos considerar es que la redención tiene un sentido de alcance amplio ya que “que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2 Co. 5:19). Estos pasajes a primera vista exponen que el alcance de la expiación o el sacrificio de Cristo no está limitado, sino que es amplio y alcanza a todas las personas sin excepción y a todo el mundo.
Por su parte, los pasajes que abogan por la expiación limitada o particular o específica son aquellos que precisamente especifican a un grupo determinado de personas usando figuras como “las ovejas”, “la iglesia”, o “los que el han sido elegidos por Dios el Padre”. Cuando se menciona a Cristo como el buen pastor, Juan especifica que “el buen pastor su vida da por las ovejas” y no por todos (Jn. 10:11, 10:15), el apóstol Pablo se refiere a “la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” dando la idea de que el sacrificio de Cristo solo se realizó en favor de ese grupo de personas a quienes Pablo vincula a la iglesia. En Romanos 8:28 y 8:33 Pablo enfatiza que nadie puede acusar “a los que Dios ha escogido” nuevamente estableciendo que la justicia que es el resultado de la expiación de los pecados es aplicada solamente a los que Dios ha escogido y no a todas las personas sin excepción. Finalmente, cuando Cristo se refiere a quienes son el objeto de su obra y sacrificio redentor se refiere solo a los que “el Padre me dio”, “los que me has dado porque son tuyos”, “los que han de creer en mí” (Jn. 6:37-39, 17:9, 17:20), y Dios mismo siendo el autor de la redención de este grupo particular de personas habiendo hecho una elección en la eternidad pasada (Ef. 1:3-5).
Evaluación de las posturas
En función de esta muestra resumida de versículos que apoyan las posiciones de expiación ilimitada y limitada o definida, consideremos algunos puntos de encuentro y discrepancia que nos ayuden a discernir la posición que adoptaremos en la evaluación posterior. La primera consideración podría ser un punto de encuentro en cuanto a que la Biblia no niega que el mensaje del evangelio deba ser predicado a todos sin excepción (Mt. 28:19, 1 Co. 1:18-23, 2 Pe. 3:9), en esta misma línea Grudem comenta:
«se puede hacer una oferta gratuita del evangelio a toda persona que ha nacido. Es absolutamente cierto “que todo el que” quiera pueda acudir a Cristo para salvación y el que vaya a él no será rechazado. Esta oferta gratuita del evangelio se extiende en buena fe a todas las personas»^11
Y siguiendo la misma idea sentencia: «es mucho más probable que las personas entiendan la declaración “Cristo murió por sus pecados” en el sentido doctrinal correcto de que “Cristo murió a fin de ofrecerle a usted el perdón por sus pecados”, más bien que en el sentido doctrinal incorrecto de “Cristo murió y ya pagó completamente el castigo por todos sus pecados”»^12.
De esta manera, las consideraciones que distancian las posiciones tienen que ver precisamente con que la afirmación de “oferta de perdón de pecados” no sea ocasión de pasividad del creyente ante el pecado, o peor aún, poner en la mente de las personas la idea de minimizar la necesidad del arrepentimiento o de la urgencia de la evangelización. En este sentido la posición de la expiación limitada reclama que, si es posible probar, en un versículo que la Biblia enseña que hay alguna condición para la salvación, esto es prueba suficiente para no enseñar que la expiación es ilimitada y disponible para todos; en línea con esto, se puede aludir a versículos relacionados con la elección o la condicionalidad de salvación al grupo de los escogidos (Ef. 1:4-5, Ro. 8:29-30, 33).
Lo anterior fue tanto un punto general tanto de unión como de separación a los dos extremos de las posturas, pero hay otros argumentos que dan luz no desde los temores de ambas posturas, sino de consideraciones exegéticas y teológicas. La primera de ellas es la unidad de propósito entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Este argumento defiende la posición de que la escritura enseña la unidad en la trinidad y que la posición de la expiación ilimitada socava esta enseñanza y por lo tanto no puede ser considerada como una posición bíblica. Versículos como Mateo 18:14, 2 Pedro 3:9, Romanos 8:30 y Juan 6:39 comparten la misma idea “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero” (Jn. 6:39). El punto del argumento es que si el Padre no elige de manera universal y el Espíritu Santo regenera solo a los que el Padre escogió, por unidad trinitaria el Hijo (Cristo) no podría salvar a todos sin excepción negándose a la voluntad del Padre que el mismo dice deleitarse en cumplir (Jn. 4:34).
El segundo elemento en esta discusión tiene relación con la consideración de la expiación de Cristo como una obra real y eficaz o potencial y condicional. En este punto quienes abogan por la expiación ilimitada reconocen que en los versículos que usan los términos “todos” o “todo el mundo” no necesariamente la biblia esta avalando la idea de incondicionalidad de salvación para todas las personas o todo el mundo, mas bien, dicen que estos términos comunican la idea de una salvación provisional o potencial. De este modo cuando en 1 Timoteo 2:3-6 Pablo explica que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos” y por esta razón Jesucristo “se dio a sí mismo en rescate por todos” los oyentes deben entender que Dios ha provisto potencialmente salvación y que los hombres ahora pueden potencialmente tomar la opción y ser salvos. De esta manera quienes abogan por la expiación limitada encienden las alertas argumentando que exegéticamente cuando las escrituras usan los términos “todos” o “todo el mundo”, estos términos deben interpretarse a la luz de su contexto y que cuando se hace de esta manera no hay versículo que hablando de la salvación el “todos” se refiera a todas las personas de todos los tiempos sin excepción^13.
Considerando el punto anterior, hay otra objeción, una desde el punto de vista teológico que defiende la imposibilidad de que la expiación pueda verse como una cuestión provisional o potencial, y tiene que ver con los vacíos que esta produce con la eficacia de la obra de Cristo y la soberanía de Dios en la Salvación. Quienes defienden la expiación limitada dirán que la expiación provisional hace ver a Dios, a Cristo y al Espíritu Santo como impotentes ante la opción que el hombre puede o no tomar con respecto a la Salvación. En otras palabras, si el sacrificio de Cristo solo pudo ser capaz de ofrecer potencialmente la salvación a los hombres, entonces existe la posibilidad de que: 1) no haya quien acepte el sacrificio y el cielo quede vacío, 2) que el sacrificio de Cristo en ese sentido puede que sea en vano, 3) Dios no sabe quién será salvo y 4) todo depende de la voluntad del hombre de aceptar o no la salvación.
Conclusiones
Otro asunto en cuando a considerar la expiación como una obra que solo aporta provisión de salvación es la debilidad en cuanto a la seguridad y eficacia de la obra redentora de Dios a través de Cristo. En este sentido versículos como Isaías 53:5 aportan un contraste dramático al considerar lo que comunica: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” porque, así como el padecimiento fue real, de la misma manera las consecuencias son reales y eficaz y no potencial y condicional “fuimos curados” y no “quedamos en una condición de poder ser sanados”. MacArthur sentencia: “sería exegéticamente monstruoso concluir que solo fue potencialmente traspasado o molido, que su castigo solo produjo una paz potencial o que sus heridas solo provocaron tan solo una sanidad potencial”^14.
Una última consideración en cuanto a la evaluación de las posturas tiene relación con el argumento interpretativo de dos textos que más desafíos presentan a la postura de la expiación limitada porque demandan un mayor trabajo exegético, que en este momento solo resumiremos por causa de los límites de extensión de este ensayo. Los textos son 1 Timoteo 2:3-6 y 1 Timoteo 4:10. El primero expresa el deseo de Dios de que todos sean salvos, mientras que el segundo indica explícitamente que Dios es “el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen”. Ambos textos, a primera vista pareciera ser que argumentan a favor de la expiación ilimitada o de una “salvación sin excepción de personas”, pero al aplicar el trabajo exegético, los defensores de la postura limitada llegan a la conclusión de que más bien, estos textos argumentan a favor de una “salvación sin distinción de tipos de personas”, pero limitada a un grupo específico. En este sentido los argumentos son: 1) en 1 Ti. 2:3-6 se debe entender el término “todos” en el contexto de los falsos maestros judaizantes que pretendían distinguir solo a los judíos como dignos de salvación y Pablo estaría enseñando que “todos” es una forma de incluir a toda persona sin distinción étnica. 2) en línea con lo anterior, en 1 Ti. 2:1 Pablo manda a orar por todos los hombres, pero ese todos no incluye a todos los hombres del mundo. 3) el deseo de Dios en 1 Ti.2:3-6 no es un deseo que se desprenda de su voluntad decretiva, sino de su voluntad optativa. 4) en 1 Ti. 4:10 el contexto inmediato del actor que provee Salvación es Dios y no Cristo. Al ser Dios quien aparece en el contexto se comunica la naturaleza salvadora de Dios.
Finalmente, podemos decir que: 1) La expiación limitada no rompe la unidad de propósito de la trinidad. El Padre el Hijo y el Espíritu Santo tuvieron unidad en la creación, son uno en la Salvación y serán uno en la eternidad. 2) La expiación limitada enfatiza que Cristo murió por pecados específicos de personas específicas; lo cual enfatiza la gracia y la gloria de Dios, a la vez que hace más evidente la responsabilidad de una respuesta en gratitud hacia Dios. En otra dimensión, esta perspectiva pone un sentido de justicia a la ira de Dios derramada sobre Cristo. De esta manera, Cristo no sufrió una ira sin límites o desmedida, sino una ira específica; solo la que sus escogidos debían pagar. 3) Si la expiación es literalmente ilimitada, entonces la Salvación no puede ser menos que universal, pero implica que en el infierno no podríamos ver a ningún hombre, cosa que no es posible afirmar desde las escrituras.
En conclusión, las escrituras parecen afirmar con mayor fuerza la posición de una expiación limitada, sin prejuicio de que hay textos que usan términos universales, estos más bien enfatizan la soberanía de Dios, eficacia de la expiación de Cristo y la suficiencia de la obra del Espíritu Santo en la preservación de los creyentes.
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- Es una paráfrasis de la manera en que es definida en la teología sistemática de MacArthur y Mayhue, 554.
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- Ibid., 632–633.
- Este argumento es compartido en las teologías de MacArthur y Grudem.
- John MacArthur, Richard, Mayhue. Teología Sistemática: Un estudio profundo de la doctrina bíblica (Grand Rapids, MI: Portavoz, 2018).